La discriminación en
el deporte a sido una problemática muy común que la sociedad no le da mucha
importancia pero si genera varias consecuencias.
La práctica de un
deporte tiene efectos positivos en las personas que la llevan a cabo, ya que
contribuye a la adquisición de hábitos saludables y, a la vez, de habilidades y
responsabilidades, siendo éstas útiles en todos los ámbitos de la vida. Pero al
igual que ocurre en otros ámbitos, en el deportivo la participación de mujeres
y hombres es diferente y desigual. Basta echar un vistazo a las noticias
deportivas que ofrecen mumodalidades deportivas o que están echos medios de
comunicación, ver los porcentajes de mujeres y de hombres que practican las
distintas n las directivas de clubes y federaciones
para darnos cuenta que el deporte sigue siendo «una cosa de hombres».
A la
pregunta de por qué las mujeres practican deporte en menor medida que los
hombres o por qué su actividad está en muchos casos asociada a cumplir con un
prototipo de belleza femenina que les exige 'estar en forma', conviene buscar
respuesta en los tradicionales modelos de socialización y en los prejuicios y
estereotipos de género según los cuales el esfuerzo físico, la potencia o la
resistencia encajan mejor en los patrones de masculinidad que en los de
feminidad (que aún hoy siguen marcados por valores como la delicadeza, la
belleza, la fragilidad.)
Esto
también guarda relación con el hecho de que determinadas actividades deportivas
que se acercan más a estos ideales ( gimnasia, natación, patinaje,.) hayan
terminado feminizándose, mientras otras realizadas en equipo ( rugby ) o que
requieren un importante esfuerzo físico ( fútbol) o que necesitan del manejo de
maquinaria motocross o fórmula uno) sean practicadas casi exclusivamente por
hombres.
A
esto hay que añadir, no lo olvidemos, la mayor dificultad a la que se enfrentan
las mujeres por lo general para disponer de tiempo libre para su disfrute
personal. Un asunto clave, si lo analizamos en relación con la asociación que
hacen los hombres de la práctica deportiva con entretenimiento, espectáculo e
incluso negocio. Si hay que elegir en qué se invierte el tiempo, primero hay
que saber si se dispone de tiempo libre y si teniéndolo, hay muchas otras
responsabilidades a las que atender antes que dedicarlo a nuestro asueto o
salud.
Dejando
a un lado la práctica deportiva en un nivel recreativo, y pasando a niveles de
competición las cosas no parecen mejorar. Dificultades para encontrar apoyos
económicos y espónsores, falta de refuerzo social, escasez de modelos femeninos
que sirvan como referentes, la crítica del entorno cuando se desempeñan
deportes masculinizados, así como la reducida presencia de los logros femeninos
en los medios de comunicación son obstáculos que las mujeres deportistas
conocen bien. A estas barreras que son más de carácter social hay que añadir
otras más personales como la falta de autoconfianza a la hora de realizar ciertas
actividades deportivas catalogadas socialmente como masculinas.
Por
último, las mujeres están infrarrepresentadas entre el personal técnico, y en
los puestos de toma de decisiones, como son los equipos directivos de
federaciones o clubes. Y sin embargo, la presencia de mujeres directivas, que
vayan transformando las estructuras y las normativas vigentes visibilizando y
dando oportunidades equivalentes en este terreno a unas y otros, resulta clave
para ofrecer a las mujeres, y a la sociedad en su conjunto, nuevos referentes
que vayan consolidando la idea de que el deporte es un ámbito democrático donde
mujeres y hombres participan, deciden y progresan en igualdad.
Hasta
llegar a esa meta tenemos por delante un camino que recorrer, en un compromiso
y esfuerzo corresponsable de las Administraciones, los medios de comunicación,
las familias, los centros educativos, los espónsores,etc.
Podemos,
debemos, fomentar una presencia más equilibrada de mujeres y hombres en eventos
deportivos, apoyar la participación de mujeres y niñas en deportes
estereotipadamente masculinos, y la participación de hombres y niños en
actividades deportivas estereotipadas como femeninas, practicar deportes en
equipos mixtos a edades tempranas, dar el mismo tratamiento informativo a eventos
deportivos practicados tanto por mujeres como por hombres, instar al equilibrio
paritario en la representación de mujeres y hombres en los niveles de decisión
relacionados con el deporte, etc.
La
tarea es de todas y todos, y así también será el beneficio.